Mi primera experiencia con los sabores distintos

 

Recuerdo una de mis experiencias mar primarias en la cocina fue en la casa de mi abuelito paterno Don Jorge, él era pastor en una pequeña iglesia en Azul, y todos los domingos al finalizar el culto yo lo veía que se dirigía a su casa, que estaba en el fondo de la construcción del templo, y se quedaba solo, ya que mi abuela Norma había fallecido joven.

Él era amante de la cocina, la pesca y por sobre todo amaba a Dios

 

¡Él era amante de la cocina, recetas Argentinas, la pesca y por sobre todo amaba a Dios, y tenía una gran habilidad con las conservas, tenia de todo, berenjenas en escabeche, pejerrey, mermeladas, frutas en conserva, de todo!!!

Aprendí con él de la cocina…

A mí me encantaba quedarme con el los domingos al mediodía, eran aventuras para mí que nunca olvidare, y ni que hablar es que mucho aprendí con el de la cocina, es más, recetas que el me enseño son algunas de las que hoy, después de más de veinticinco años después sigo haciendo como un cocinero domicilio.

 

Un domingo, lo recuerdo como si fuera ayer, le pedí a mis padres que me dejaran quedarme con el abuela, luego de terminar el culto y de que el abuelo despidiera a todos los miembros, nos dirigimos a su humilde casa, y me parece tener ese aroma en mi nariz dándome vueltas en este mismo instante, abuelo que es eso olor? El me respondió, adivina ¡ era algo exótico para mi, nunca antes en mi vida ni en la cocina de mis padres se sentía ese olor, algo muy difícil de explicar, entonces me mostro una pequeña olla vieja y arruinada llena de hongos secos hidratándose y e fuego mínimo, que locura, para mí era algo super novedoso, y a mis 7 años de edad conocer este producto mas todavía.

 

Y como se comen, cocinan y con que se acompañan eran preguntas que a mi corta edad ya me preguntaba…

 

Primero les sacamos toda el agua oscura que tenía, los lavamos y les retiramos toda la arena, que a decir verdad era mucha pero mucha, después de esto recuerdo que en una tabla de madera hundida en el centro de tanto uso, se dispuso a cortar una cebolla en finas y delicadas capas, y las puso a dorar en aceite en una de las tantas ollas Essen que el tenia gracias a mi tía Margarita Bernardini de Martin, mi tía también gran cocinera, y mejor dicho repostera.

 

Primero cocinamos bien las cebollas y luego recuerdo que fue el ajo, y fue el que me enseño que el ajo va siempre después o si no se te quema.

 

¡Luego de colocar y cocinar un poco las cosas agrego el tomate perita cortado en cubos, con semillas y todo, nada de sacarles la piel ni las semillas, el usaba todo, y luego de que el tomate se deshizo, vinieron los hongos locos!  Ese sabor que aún no había cóccido mas que su olor y aroma, ahora se disponían a mezclarse con los otros ingredientes, y yo me preguntaba que sabor tendrá este plato.

 

La experiencia de aprender a cocinar fue única e inolvidable.

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